Evitar la batalla es la mejor forma de ganarla. 
 
¡REBELIÓN EN PARÍS! Alrededores de Jaca No exactamente un botín fue lo que recibió la Guardia del Cardenal: al amanecer, un grupo de Mosqueteros del Rey se acercó a su campamento
a caballo y dejó frente al centinela, no muy delicadamente, un saco de patatas que se movía con fuerza, tras lo cual salieron al galope entre
risas. El asombrado centinela rompió el saco y se encontró, desnudo, al mayor Sanglant, sorprendido el mes pasado merodeando por las cocinas de su regimiento rival. Esperemos que este soldado aprenda, de ahora en adelante, quiénes son sus enemigos en el frente.
 
 
 
Primera semana 
Mientras tanto, Gerard Ampourdan nos sorprendió gratamente realizando una de las que el Catecismo califica como Obras de misericordia: acudió a visitar al convaleciente Armand de la Fère.
Saliendo de la vivienda de éste, se dirigió a una breve reunión mantenida con Clément de Cazotte, Armand de Noisel y Jean Parrot. Tras unas breves palabras, los caballeros se dispersaron con la
actitud de quien sabe lo que tiene que hacer. 
 
Segunda semana 
Pero eso no significa que no hubiese ambiente, sino simplemente que el ambiente estaba en otra parte. Esta Secretaría ha recibido una carta de monsieur Gerard Ampourdan
que pasamos a reproducir íntegra: 
 Os escribo desde una posada de la frontera para
relataros las experiencias que sufrimos para rescatar
al tal Villiers Daugé, ese cómico del que tanto se
habla. Veo que he debido de escribir bien la crónica
de nuestro encuentro allá en la campiña francesa para
que recurrais de nuevo a mí. Bien, esta vez os
relataré lo sucedido como un favor que se os hace, y
no para saldar deudas de dudoso origen. Una
cordialidad por vuestra generosidad en la campiña.
Sólo espero que esta vez no se modifique nada del
texto original, o tendremos que ajustar cuentas.
 Supongo que todo empezó con una carta de M. Armand de
la Fère pidiéndome que me encargara del rescate de su
amigo Villiers, preso en la fortaleza de Jaca. En una
breve reunión a su casa la primera semana, donde
permanece convaleciente de sus heridas, determinamos
en quienes se podía confiar y cuales serían los
problemas, aunque básicamente me encargó a mi todo el
asunto. Sus heridas apenas le permitían levantar un
vaso de vino. Así que me puse a mandar correos y a
buscar a la gente adecuada. Pensé en mi reciente
compañero Jean Parrot, con quien estuve hablando en la
celebración de la fiesta de M.d'Abril y en los propios
cadetes de la Gascuña, en concreto M. Armand de Noisel
y M. Clement de Cazzote. También pense en la troupe de
saltimbanquis que dirige Villiers, ya que nos podían
hacer pasar por comediantes en tierras españolas,
tanto a la ida como a la vuelta. Sin embargo, no
encontré rastro de ellos, ni en París ni fuera de la
ciudad. Así que no contábamos con ellos. Una cerdada,
si se me permite la expresión. Y si no se me permite
también.
 Por fin, la segunda semana me reuní con Jean Parrot
cerca del Sena para partir hacia el frente y
encontrarnos con los cadetes convocados. Aunque debo
decir que Clement de Cazzote puso algunas pegas a
rescatar a su propio Coronel -algo de ayudar en la
revuelta de parisienses, creo que dijo- finalmente se
encontraría con nosotros. Para salir de Paris tuvimos
que marcharnos en barcaza por el Sena, dado el
levantamiento de  campesinos del que a estas alturas
aún no sabemos el resultado. 
El viaje hasta la frontera fue bastante pesado,
teniendo que soportar todo el rato las exclamaciones
de M. Parrot, <<¡por la gloria de Francia!>>, <<¡Que
todos los caballeros conozcan nuestro temple y nuestro
valor>>, y la ya repetitiva <<La vida es corta, la
muerte eterna: morir por morir, ¡morir en la taberna!>>. 
Al llegar al frente contactamos con Armand de
Noisel y Clement de Cazzote, donde les expusimos el
plan de rescate. A partir de aquí nos disfrazamos de
inocentes pastorcillos, puesto que de comediantes ya
no podíamos ir, y nos acercamos al pueblo de Jaca,
situado en las laderas de la fortaleza del mismo
nombre. Allí, y mientras mis compañeros esperaban en
el mercado, hice las oportunas averiguaciones,
soltanto un poco de dinero aquí y allá mas alguna otra
colaboración desinteresada, para conocer el paradero
de Villiers dentro de la fortaleza. Compramos unos
carros de aprovisionamiento y sobornamos a los
suministradores de provisiones del ejército para que
los cuatro, Armand de Noisel, Clement de Cazzote,
Parrot y yo, ayudaramos en el reparto. También
conseguimos un cadáver reciente de la guerra con
características similares a las de Villiers, simulando
la claridad de piel del comediante con la palidez del
cadaver. Vestimos el cuerpo con una muda del uniforme
de Coronel de los cadetes y le escondimos en uno de
los carros de provisiones, dentro un saco enorme de
papas, junto a otros de comida podrida que
disimularían perfectamente el mal olor de la
putrefacción. Finalizada la preparación nos dirigimos
a la fortaleza para llevar los alimentos a los
prisioneros. En todo momento, el comerciante al que
sobornamos haría de intermediario con los españoles.
Por supuesto se le dejó muy claro que si nos
traicionaba sería el primero en caer. Nosotros sólo
sabíamos decir algunas frases sueltas en español,
tales como <<Todo bien, señores>>, <<de acuerdo,
señor>>, <<sí, señor>>, etc.
Cuando llegamos a la portana principal los guardias
se taparon las narices para no oler el nauseabundo
olor de los alimentos, pero en cuanto se explicó que
serían para los prisioneros, que sin duda aceptarían
tales manjares, se echaron a reir. Una vez franqueada
la puerta fuimos, lentamente, dirigiéndonos a los
sotanos, esperando el ataque sorpresa que los cadetes
de la Gascuña, liderados por oficiales escogidos
previamente por el T.Coronel de Noisel, tenían que dar
en un campo cercano. En cuanto oímos el fragor de la
batalla empezamos a repartir alimentos a los
prisioneros, observando como disminuía el número de
guardias de las celdas para aumentar en las murallas.
Mientras Armand y Clement de Cazzote entregaban la
putrefacta comida y vigilaban a los pocos guardias que
quedaban, Parrot y yo averiguamos la celda de Villiers
y fuimos a ella con el saco de papas que escondía el
cadaver que iba a sustituirle. Le tenían en una celda
apartada, por lo que tuvimos que usar un útil juego de
ganzúas para abrir la puerta. Dentro encontramos a
Villiers, muerto.
-¡Maldición!, susurré. Tanto esfuerzo para nada.
M. Parrot se acercó al cadaver, que ya apestaba, y
descubrió el rostro debajo del harapo que sus captores
le dieron por manta.
-¡Este no es Villiers!, nos la han jugado con nuestra
propia trampa- dijo.
Oimos ruido acercarse y maldecimos no saber qué
ocurría con Armand de Noisel y Clement de Cazzote, así
que cerramos la puerta con nosotros dentro y nos
dirigimos al rincón mas oscuro de la celda,
escondiéndonos como pudimos. La puerta se abrió y
aparecieron dos carceleros arrastrando un cuerpo, ¡el
del propio Villiers!, dentro de la celda.
-¡Ya que te has buscado compañía, ahora disfrútala,
ja, ja!- se reía el de la izquierda.
Dejaron al saltimbanqui Coronel, hecho una piltrafa,
todo hay que decirlo, en el suelo y se largaron.
Rápidamente, y sin saber muy bien que pasó, pero
agradeciendo nuestra suerte, hicimos el intercambio.
Dejamos el cadáver que traíamos nosotros junto al que
ya moraba dentro, y escondimos a Villiers en el saco
de papas. Como gemía un poco tuve que darle un golpe
en la nuca para que callara. Pero bueno, no le
importará. Salimos de la celda abriéndola de nuevo con
las ganzúas y cargamos el saco en uno de los carros.
Prestos estaban de Noisel y Cazzote a lanzarse a por
los guardias si nos hubiesen descubierto, pero
mantuvieron la sangre fría y todo fue para mejor. Nos
largamos como vinimos. Al parecer los españoles
<<ganaban>> a los cadetes y les <<obligaban>> a
retirarse, y en la fortaleza todos celebraban la
victoria.
-Ya vereis cuando luchemos de verdad- se sonreía el
T.Coronel Armand de Noisel.
Conseguimos salir del pueblo de Jaca por la noche y,
dado el débil estado de Villiers optamos por la huida
rápida hacia el frente, en vez de dar rodeos
disfrazados de pastores, donde nos encontramos con una
patrulla francesa. Ya tranquilos y en el campamento,
dejamos a  Villiers, Armand de Noisel y Clement de
Cazzote con su regimiento de Cadetes de la Gascuña,
todos contentos por el retorno de su Coronel, aunque
malherido e inconsciente, pero entero, mientras que
Jean Parrot y yo volviamos a Paris, a proseguir con
nuestros asuntos.
 Sin más,
G.A.
 
Tercera semana 
Una reunión mucho más distinguida tuvo lugar en L'Epée d'Or, donde los comtes d'Ille cenaron acompañados del arzobispo Du Heyn. Se habló, cómo no, de seguridad
ciudadana, aunque el contenido de la conversación no ha trascendido. 
 
Cuarta semana 
 
  
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Bueeeno, más vale tarde que nunca. La verdad es que los turnos están listos desde hace casi dos semanas; no los he enviado porque,
esta vez, me interesaba que la crónica y vuestras fichas llegasen simultáneamente, debido a "exigencias de la trama", je je... Por otra
parte, un fragmento de la crónica lo ha escrito Víctor (¡gracias otra vez!) y eso también me ha hecho perder un poco de tiempo, no porque
él se retrasase, sino porque yo no he podido recoger el correo a tiempo. En fin: tras la experiencia, supongo que todos preferís que los
turnos salgan lo antes posible, y si la crónica tarda un poquito más no hay problema. Lo tendremos presente. De hecho no me hacía
mucha gracia retrasar los e-mails, pero este mes realmente hacía falta (no os pregunteis por qué).
 
El plazo para el próximo turno termina el viernes 29 de agosto de 2003, a las 23:59 como de costumbre; un poquito
justo tal vez, pero como la mayoríA de las intrigas y planes ya están en marcha (je, je) no creo que os haga
falta más.
 
¡Hasta pronto!
 
 
Sun Tzu (siglo I)
GACETA MILITAR
Tomó por fin el Gobernador Militar de París cartas en el asunto de la rebelión. Después de los primeros enfrentamientos entre los campesinos
y las tropas por él comandadas, Laurent de Boissier se presentó personalmente en las puertas de la ciudad y pidió hablar con el jefe de los
insurrectos. Resultó que ni ellos mismos tenían muy claro quién era, y Laurent de Boisier tuvo que esperar casi una hora hasta que los campesinos nombraron
un portavoz. El Gobernador Militar les planteó la situación muy claramente: o volvían a sus casas, o habría mucha más sangre. Señaló al
batallón que previamente había hecho formar cerca de las puertas, en uniforme de gala y con una impecable presencia, y les dijo: "Os estais
enfrentando a soldados profesionales; si lo que quereis es haceros matar, allá vosotros". Después de mucho hablar, se esclareció que el motivo
de la rebelión era una posible subida de impuestos que se rumoreaba desde el pasado mes de mayo; tras la promesa del Gobernador Militar de
que tal cosa no ocurriría, los campesinos se disolvieron pacíficamente.
Siguen nuestras tropas ocupadas en la toma de Jaca. De todas formas, este mes se ha alcanzado una especie de status quo entre sitiadores y
sitiados, de modo que no se han producido grandes bajas aunque sí numerosas rapiñas. Patrice de Lautreamont, por ejemplo, no podía creer lo que veían sus ojos
cuando, casi al descuido, descerrajó de un culatazo un viejo y herrumbroso cofrecillo hallado en un pozo cercano. Más de mil quinientos reales de vellón relucían al sol ante sus asombrados ojos. ¿Quizás el botín oculto de alguna banda de facinerosos? Quizás. El caso es que ahora pertenece a nuestro héroe por derecho de conquista. Para redondear el mes, recibió pocos días después un ascenso a capitán. Otros que, aunque
no tuvieron tanta suerte económicamente, obtuvieron ascensos, fueron Guillaume de Foix y Maurice de La Fontaine, a teniente coronel y subalterno respectivamente. Y, sin llegar a la importante cantidad de su compañero, Clément de Cazotte también obtuvo un ascenso y un buen pellizco de botín. Laurent Etcheverry, sin embargo, se conformó
con éste último, que ya es más de lo que pueden decir Clément de Guer y Victor Respol.
ECOS DE SOCIEDAD
Fue Hubert de Béthencourt el único que salió a la calle esta primera semana. Entre la asfixiante canícula que mantuvo a la gente en sus casas y las operaciones militares que mantienen
movilizados a casi todos los Regimientos, solamente la discreta figura de Hubert de Béthencourt fue vista por las calles, encaminando sus pasos a le Théatre Royale. Con prácticamente
todo el teatro para él solo y una excelente representación, nuestro caballero salió más que satisfecho: "Hasta se estaba fresquito", declaró.
La segunda semana fue, en lo que a París se refiere, tan poco animada como la primera. Jean Cricton, con su flamante capote de Guardia del Cardenal, exploró fascinado
los salones de les Tuiles Bleues y su gran variedad de vinos y licores. Aparte de esto, poca más diversión vieron los adoquines y guardacantones de la ciudad.
A los Secretarios Reales M. d'Abril y M. de Bardine
Para variar, ésta fue la semana en que hubo más animación. Por un lado, Gerard Ampourdan, Hubert de Béthencourt y Jean Parrot celebraron la recuperación de Armand de la Fère, quien también hizo breve acto de
presencia y, fiel a su costumbre, llevó un pequeño grupo de bailarinas turcas para animar la fiesta. Poco rato después partió a visitar a su amigo Villiers Daugé de Chevreuse, quien se recupera
de la grave herida sufrida en su rescate.
Poco que destacar esta semana, aunque lo poco que hay es sorprendente: una cena ofrecida por S.E. el Arzobispo du Heyn en L'Epée d'Or a nada menos que Armand de la Fère. Hay que reconocer
que las precauciones tomadas por el Arzobispo para evitar que le fastidiase la noche fueron innecesarias: Armand de la Fère se comportó correcto, cortés y totalmente respetuoso
con el Arzobispo, aunque hay que reconocer que alguna observación punzante no le faltó. le Baron de la Papillotte quien, pese a haber pasado el mes descansando de su cautiverio, no
pudo resistir la tentación de salir a dar un breve paseo la última semana, quedó tan asombrado que se quitó el sombrero y se pasó la mano por sus ralos cabellos
cuando se cruzó con la menuda figura del arzobispo acompañada del inconfundible Baron de la Papillotte y los vio entrar juntos en el club.
                 Durante este mes no se renuevan cargos.
                                                 N.S.     Quien
         Cargo            Requisitos            minimo    nombra
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1 Ministro sin Cartera  Brgder. o Baron           10    Min.Estado
Gobernadores Militares  Tte.Gral. o superior    8/10*   Rey
Aide del Dauphin        Capitan                    9    Dauphin
Aides de los Generales  Mayor                      6    Generales
Ayudantes de Regimiento Capitan                    3    Coroneles
(*: El Gobernador Militar de Paris necesita nivel social 10; los demas, 8)
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